La idea es que un nombre nos diferencie de los demás, nos identifique... por eso es propio de cada uno... particular.
El nombre no debe decirse a la ligera ...
Suele suceder que en alguna oportunidad se tiene el temor que al oír el nuestro, éste sea luego usado de una forma que no nos agrade... que nos afecte... y ante este temor solemos decirlo casi en un susurro... como si estuviéramos en penumbras y deseando que nuestro interlocutor este sordo.
El nombre puede venir con un pasado que no es nuestro o parecer que no nos pertenece que no representa quienes somos.
Puede sentirse "grande", “pequeño”…o lejano .
¿Puede mi nombre decir todo lo que soy?
¿Mis amores, mis afectos, mis recreos, ...mi adolescencia, mis sueños y mis metas, mis ideas, mi trabajo, mis alumnos mis maestros, mis libros, mis poemas, mis dibujos, mi música, mi casa, mi cama, mi sexo, mi país, mis bajones, mis miedos, mi sonrisa, mis hoyuelos, el helado, el melón, el pan dulce muy frutado, las dietas, caminar, pensar, pensar, pensar, los deseos de viajar. Serrat, Sabina, Savines, Borges, Pink, Dali, Dolina ,el teatro, el cine, la radio, la "compu", Clarín, vino blanco frutado, ron con pulpa de durazno o agua helada... el alma sentada en una vereda de San Telmo..
Un nombre puede decir poco o puede abarcar mucho... el presente que se esfuma, el pasado... el pasado... y la intriga del futuro.
Mi nombre trata de abarcarlo todo... penetrar en esa línea profunda, infinita, insondable, donde se unen...el mar y el cielo...